20/1/13

ESTILOS DE EDUCACIÓN DE LOS PADRES EN ADOLESCENTES


“Uno de los factores que influye sobre la autoestima del joven es el entorno familiar"[1]. La familia es la principal influencia socializadora sobre el adolescente, esto significa que la familia es el principal transmisor de conocimientos, valores, actitudes, roles y hábitos que una generación pasa a la siguiente. Por medio de la palabra y el ejemplo, la familia moldea la personalidad del adolescente y le infunde modos de pensar y actuar que se vuelven habituales. “Pero lo que los adolescentes aprenden de los padres depende en parte del tipo de persona que sean los padres”.[2]

Una forma de socializar a los hijos es a través de la disciplina, lo que permite alcanzar la autorregulación, que es la habilidad de controlar su propia conducta de manera que sea adecuada para una determinada situación. La disciplina no sólo restringe el comportamiento, sino que también puede afectar el desarrollo de la moralidad, la cognición y la personalidad. No todos los padres disciplinan a sus hijos de igual modo, algunos pueden adoptar el poder de la fuerza, cuyo recurso inmediato ante la conducta considerada por éstos no apropiada es la agresión física. Por otra parte, están los padres con un estilo de disciplina de retirada de amor, técnica que implica el ignorar al hijo como muestra de desaprobación, y por último, existe un tercer tipo de estilo disciplinario que corresponde a la disciplina inductiva, en la cual se usa el razonamiento y explicación para que los hijos tomen conciencia de lo negativo de su conducta, estas explicaciones a menudo ayudan a que los hijos puedan considerar la opinión o punto de vista de otras personas. Esta técnica parece ser la más adecuada para lograr la autorregulación. 

Durante la infancia, el niño mitifica a sus padres, los ven como unos seres que todo lo hacen bien, que nunca se equivocan, les parecen los mejores del mundo, al llegar a la adolescencia empiezan a detectar defectos e incoherencias, produciéndose la toma de conciencia de la necesidad de rebelarse frente a unos seres que han dejado de ser perfectos. 

Este cuestionamiento los lleva a independizarse y a buscar autonomía, en la mayoría de los casos esto lleva a disputas entre padres e hijos, ya que los hijos se quieren sentir autónomos en la forma de controlar sus conductas, por otra parte los padres hacen un esfuerzo para que los hijos se adapten a las reglas sociales. 

Si bien en ésta etapa de la vida no resulta tan regular la conducta de los hijos como en épocas anteriores, los conflictos se resuelven dando una satisfacción mutua, donde los padres seguirán ejerciendo una influencia importante en los valores básicos de los adolescentes. 

"Cuando los conflictos familiares no pueden resolverse con facilidad, existe el riesgo de que los adolescentes tengan problemas serios. Con frecuencia la intervención y asesoría de un especialista puede ayudar a esas familias"[3]

Frente a estos conflictos familiares que pueden surgir, los padres utilizan patrones de comportamiento en los cuales se incluyen lo exigentes o no que puedan ser. La exigencia va desde un firme control sobre sus hijos, hasta dejarles hacer lo que quieran. También se observa lo receptivos o no receptivos que pueden ser con sus hijos. Los padres receptivos tienden a aceptar y anteponer las necesidades de sus hijos a las propias y los padres no receptivos suelen rechazar las necesidades de sus hijos para anteponer las suyas. 

Junto a estos patrones de comportamiento se han encontrado tendencias educativas de los padres; existen cuatro patrones educativos dominantes en nuestra sociedad: Autoritarios, permisivos, democráticos y negligentes o rechazantes: 

A. LOS PADRES AUTORITARIOS: 

No son receptivos y son exigentes, para ellos la obediencia es una virtud que los hijos deben desarrollar, utilizan el poder de la fuerza cuando consideran que una conducta no es adecuada, por lo que esperan que se acepten las reglas sin cuestionamientos. Los adolescentes de familias autoritarias están menos individualizados y más inclinados a tener trastornos emocionales. 

B. LOS PADRES PERMISIVOS: 

Son receptivos y no exigentes en donde los jóvenes tienen que regular sus actividades y propias conductas, no son forzados a obedecer las reglas impuestas por otros, por lo general su estilo disciplinario es inductivo. Los adolescentes provenientes de familias con estilos de crianza permisivos también están individualizados, pero tienen mayor tendencia a caer en el consumo de drogas, tener trastornos emocionales y confusiones sexuales. 

C. LOS PADRES DEMOCRÁTICOS: 

Son receptivos y exigentes, ponen límites a sus hijos de manera racional, haciéndoles entender la utilidad de un cierto control y las consecuencias de la conducta. Este estilo fomenta el intercambio verbal y utiliza como disciplina básicamente la inducción y algún uso de la fuerza. La meta es conseguir que el joven acepte las normas de los demás sin perder su independencia. Los adolescentes que proceden de hogares democráticos tienen una menor tendencia a presentar problemas emocionales durante esta etapa del desarrollo. Los padres democráticos fomentan a sus hijos la individualización en el desarrollo de la autoestima y las habilidades sociales. El control del comportamiento en este contexto ayuda a moldear sus impulsos y garantizar la autonomía psicológica que contribuye al desarrollo de la responsabilidad y la competencia. 

D. LOS PADRES NEGLIGENTES O RECHAZANTES: 

No son exigentes ni receptivos, tratan de pasar el menor tiempo posible con sus hijos y realizar el mínimo esfuerzo por ellos, estos padres en cuanto a las prácticas educativas son indiferentes y su estilo de disciplina es el poder de la fuerza. Los padres que rechazan o son negligentes tienen hijos más proclives a tener problemas emocionales y de conducta, además, son los que en las lacras sociales aberrantes y confusiones sexuales. 


[1] Joseph, Marken y Tafarodi, 1992, citados en Rice, 1997.
[2] Mckeury, Kotchy y Browne, 1991, citado en Rice, 1997.
[3] Offer-Etal, 1989, citado Papalia 1997, pág. 420. (Papalia, D. y Olds, S. (1997). Desarrollo Humano. Bogotá: McGraw-Hill).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJA TU COMENTARIO